"Estudiar un idioma en otro país es el mejor método para aprenderlo, pero también es una experiencia única, es vivir, salirte de tu zona de confort, disfrutar cada segundo en el cual existimos".
Carlos Alfredo Martínez Ochoa
→ Vannes, Francia
← Hidalgo, México
Desde pequeño uno de mis deseos siempre fue conocer Europa, los medios de comunicación me formaban una idea de cómo era la vida en ese continente, incluso recuerdo a los seis años, cuando veía el programa de La Pantera Rosa, todos los clichés de Francia que cómicamente apreciaba en la pantalla chica, lo que provocó mi curiosidad por conocer otras culturas, incluso le decía a mis padres que algún día iría a esos lugares.
El estatus socioeconómico de mi familia no me permitía hacer realidad ese sueño, hasta que la Universidad Tecnológica del Valle del Mezquital (Hidalgo, México) presentó una oportunidad para irse becado a Francia durante un año a aprender el idioma, lo cual despertó en mí un anhelo, tal cual como si mi vida dependiera de ello.El trabajo, el sacrificio y la disciplina fueron pieza clave para el logro de la beca. Fue muy gratificante haber escuchado mi nombre al ser uno de los nueve becados en el Estado de Hidalgo para ir a Francia.
Una vez concluido el proceso de selección, comenzó entonces el verdadero reto, el cual era adaptarse en tiempo record a un país y cultura completamente ajeno a mí. Cabe mencionar que lo que uno ve en la escuela o medios de comunicación representan sólo la punta de un iceberg cultural bastante interesante, el primer reto que tuve que afrontar fue el de hablar fluidamente el idioma, incluso con cursos de francés intensivo en la universidad.
Mi francés en los primeros tres meses en el país era bastante básico, me fue complicado entender la jerga y modismos locales del norte de Francia, la socialización con personas nativas fue esencial básicamente porque mi prioridad era aprender el idioma “como debe de ser”, considero que el error más grande al estar en un país ajeno es juntarte con personas que hablen español, esto genera una zona de confort, en lo personal, considero que aunque cuesta más al inicio comunicarse, los resultados lingüísticos al socializarse con las personas nativas es mucho mejor.
Al sexto mes tras dominar el idioma, para mí fue sencillo transportarme, comprar cosas, viajar ahorrando y sobre todo tener una sensación de libertad. El hecho de ser extranjero le agrega a la experiencia un sentido de individualidad especial, tanto en el aspecto positivo como en el negativo. Por ejemplo: en París considero que uno pasa desapercibido como extranjero ya que la capital francesa es una de las zonas geográficas más visitadas del mundo, no obstante si uno está en la zona noreste del país, precisamente en la región celta, la atención es más notoria, reitero, tanto positiva como negativa.
Hay muchas cosas que extraño de Francia, quizás lo puedo segmentar en tres: calidad de vida, paisajes y gastronomía.
La comida francesa es muy basta, tuve la fortuna de disfrutar platillos variados dependiendo la región en donde me encontraba, desde los estofados de carne acompañados de quesos y vinos, hasta los mariscos, que son una maravilla. Por citar algunos puedo decir que los que más me gustaron fueron aquellos que incluían queso derretido o fromage fondu y platillos con carne de siervo, las crepas, los virotes, entre otros. Algo que definitivamente extraño de Francia en cuanto a gastronomía es sin dudar el pan.
En temporada de vacaciones me fui de viaje en auto en un tour para conocer los castillos del centro de Francia en la región del Pays de la Loire, para mí fue mágico, a pesar de que los castillos no son como los de Mario Bros o las princesas de cuento, el acervo histórico de las fortalezas y lugares me pareció interesante.
Vivir en Francia no es caro cuando tienes una beca, conocimiento y educación financiera, es necesario considerar que en un mundo globalizado el conocimiento es poder, hay mucha variedad de precios de acuerdo a los objetivos, se puede vivir muy barato en Francia sacrificando comodidad y buen gusto o gastando en lo mejor con un buen ahorro, este debate puede ser resuelto con la interrogante del qué quiero y qué tengo. Por ejemplo: vivo en una ciudad a tres horas de París y quiero conocer la Torre Eiffel, me puedo ir en tren, puedo rentar un auto, me voy en avión, en autobús o en algo llamado covoiturage, es una especie de red social en donde la gente que viaja seguido puede llevar pasajeros en autos particulares; es muy barato viajar con esta opción.
Una de las mejores experiencias que tuve allá, más que el lugar en sí, fue la sensación de haber logrado lo que por años anhelaba, ese sentimiento lo tuve cuando llegué a la punta de la Torre Eiffel en París. Habiendo elevadores, quise subir escalón por escalón hasta llegar a la cima, en ese trayecto recordaba el esfuerzo y valentía que tuve que desarrollar para lograr el objetivo.
Cuando se acercaban los días para regresar a mi país, mi abuela materna falleció, eso me hizo comprender que el tiempo con los seres queridos debe de ser de calidad y no sólo compromiso. Algunas veces sentía que ya quería volver a casa, y otras hasta consideraba la opción de volver a Francia para vivir allá, pero eso implicaba dejar de ver a mi familia en México.
Al regresar me di cuenta que traía dos enormes maletas. Tuve que dejar una guitarra de origen español, un sombrero de lana negra que me encantaba —a pesar de que me veía chistoso—, abrigos de nieve, guantes, y 25 kilos de papeles, mapas y folletos; también dejé muchos trastes y electrodomésticos.
Para mí el haber vivido en otro país me hizo darme cuenta de lo que quería ver en el mío, cosas sutiles pero que permitirían al país resolver algunos problemas políticos, sociales, de logística y sobre todo de identidad. Hay muchas cosas buenas de Francia, pero México, el lugar donde nací, crecí y ahora tengo una familia, es el lugar donde quiero estar. Haber conocido otro país y otra cultura me hizo querer ser mejor mexicano.
Yo creo que a todo mexicano que sale del país le pasa que cuando regresa no deja de comparar todo, de contar sus experiencias a tal punto que es molesto para los cercanos.
El haber ido a Francia me ha otorgado cierta ventaja en el ámbito laboral, tanto en el comportamiento y la visión como en la disciplina y formalidad.
Estudiar un idioma en otro país es el mejor método para aprenderlo, pero también es una experiencia única, es vivir, salirte de tu zona de confort, disfrutar cada segundo en el cual existimos, se siente como volver a nacer en otro lugar, como un bebé que aprende a expresarse en un nuevo mundo.